jueves, 16 de septiembre de 2010

"LITERATURA Y TRADICIÓN ORAL"

Desde la llegada de la gente africana a Cartagena de Indias, la voz sagrada y profana de los esclavizados dialogó con las lenguas indígenas y europeas. Este destino de encuentros moldeó universos de creación en los cuales irradia el despliegue poético y narrativo de la palabra escrita, dicha, cantada o recitada.
En la literatura y la tradición oral afrocolombianas brillan memorias de África recreadas en suelo americano.
Las literaturas afrocolombianas conservan el legado ancestral de valores que aluden al ser individual y al ser colectivo. Entre ellos se destaca el profundo amor por la palabra. El cuentero, los rezanderos y las cantadoras rememoran al canto africano, relator de historias y genealogías, de sabidurías sagradas y profanas.
Entre las culturas afrocolombianas, los velorios de los santos, las novenas para los muertos, las luminarias y muchas otras celebraciones sagradas y profanas son ámbitos culturales de evocación de memorias ancestrales mediante la puesta en escena de la palabra.
La presencia de África en Colombia se percibe de manera privilegiada en la literatura y en la tradición oral de los pueblos que descienden de esos primeros africanos que llegaron a este territorio.
La antropología colombiana se dedicó al estudio de estas culturas, existen testimonios que aluden a la manera como la fauna africana pobló las selvas y costas colombianas.
Es necesario aclarar que estos profundos y antiguos legados de África en Colombia sólo pueden ser comprendidos si tenemos en cuenta los procesos de adaptación y transformación que desarrollaron en el marco de la resistencia a la esclavitud en América. La creatividad y la capacidad de innovación hacen de estos relatos testimonios vivos de complejas fases de creación y recreación cultural de los descendientes de la gente africana en nuestro país.
Es innegable que los contextos y los ecosistemas en los cuales los narradores orales y escritores afrocolombianos de hoy se desenvuelven no son los mismos que vivieron sus ancestros en África. Sin embargo, más allá de los contenidos ideológicos y de los ambientes, pervive la fuerza de la palabra que la convierte en un vehículo de comunicación sagrado, siempre ligada a las memorias ancestrales. Por otra parte, ha permanecido la particular teatralización de su puesta en escena. La expresión corporal que acompaña siempre la enunciación de relatos, cuentos, mitos o poemas es otro de los legados, cinéticos en este caso, de África a la cultura afrocolombiana y colombiana en general.
Durante el siglo XIX afloraron en Colombia numerosas obras de las cuales los descendientes de la gente africana fueron protagonistas o autores. Eustaquio
Palacios, Tomás Carrasquilla y Jorge Isaacs encontraron fuente de inspiración en individuos de origen afrocolombiano y los transformaron en personajes de sus escritos. En 1877 un nativo de Mompox, Candelario Obeso, se convirtió en el primer poeta afrocolombiano en publicar un libro: Cantos populares de mi tierra. A lo largo del siglo XX muchos otros tomaron la pluma para narrar sus experiencias, sus sueños y la condición social de su pueblo.






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